Por: Luis Almeida - Portugal e Ida Della Mónica - Brasil
ANÁLISIS
El agua natural, por sí sola, ya es un factor importante en la vida
El Maestro Lionés, en “El Libro de los Espíritus”, Libro Primero, cap, 2, nos dice: “El Espíritu actuante y el magnetizador, casi siempre asistido por otros Espíritus" y por su voluntad, "puede operar una modificación en las propiedades del agua, puede también producir un fenómeno análogo con los fluidos de los organismos, donde el efecto curativo es de acción magnética”.
Cuando Bernard Grad, de la Universidad de Montreal, publica en los años sesenta sus primeros estudios, estos representaron una verdadera revolución en la comunidad científica. Por primera vez un científico demostraba, a través de una serie de experiencias, el papel del médium curador, pero más que eso, daba las primeras señales concretas de la pureza de este efecto. Bernard tuvo la colaboración de Estebany, un médium curador húngaro de gran renombre, quien aceptó participar en una serie de experimentos rigurosos. El profesor pretendía, antes que nada, demostrar su poder cicatrizante.
En treinta ratones, con la misma herida, Estebany colocó sus manos sobre quince, media hora por día. A partir del décimo primer día, no había ninguna duda: los ratones “tratados” cicatrizaban más rápido. Después de este resultado, el profesor Bernard decidió enseguida estudiar su eventual poder sobre el crecimiento de las plantas. Estebany trató, siempre con las manos, el agua aplicada a determinadas plantas. Nuevamente la experiencia fue concluyente. Luego de unos quince días, las plantas tratadas mostraban un crecimiento superior al 55%.
Lo que interesaba a este científico, en este caso, era el hecho de poseer, de un momento a otro, un elemento concreto: el agua tratada por Estebany, realizando todos los análisis posibles e imaginables. En una perspectiva química, nada se tornó evidente: la composición del agua no había cambiado. En contrapartida, al analizar las muestras al espectrofotómetro, se percibió que el agua tratada absorbía, en gran cantidad, los rayos infrarrojos del espectro luminoso. Por primera vez, poseemos un trazo físico del “efecto cura”.
Infelizmente, desde esa época, nada parece haber sido descubierto, a partir de estos primeros resultados, relativos al estudio descrito. Únicamente Douglas Dean, profesor de la Universidad de Princeton, se interesó por las “aguas que curan”. Así, hizo traer agua de todas las fuentes “milagrosas” del planeta. El hecho interesante es que Dean comprobó el mismo fenómeno de absorción de infrarrojos, en la mayor parte de estas muestras, de lo que se puede concluir que las aguas tratadas por el médium curador Estebany y estas muestras, son de la misma naturaleza.
Más interesante aún, es el hecho de Dean haber conseguido encontrar, casi en la clandestinidad, algunos “litros” del agua de Lourdes. Pero, la gran decepción: ésta agua no reveló ninguna diferencia notable.
“Pero existe un hecho interesante”, comentó el simpático profesor, “esa no era agua bendita”. Esto demuestra, tal vez, que el agua de esta región no tiene poder en sí misma, sino la de los padres al bendecirla con las manos, desempeñando el papel de médium curador, “tratándola” con el gesto de santificación....”. Curiosa pues, su interpretación...
El agua natural, por si sola, ya es un factor importante en la vida, pero bajo la acción de agentes externos, a través de la voluntad y la fe de los Espíritus o médiums, podemos saturarla de una energía sutil, reduciendo así el espacio intermolecular de esta “simple y simpática” molécula.
Divaldo P. Franco, en "Sementera de Fraternidad", explica: “Al ser ingerida, el organismo absorbe la quintaesencia que va a actuar en el periespíritu, a semejanza del medicamento homeopático, estimulando los núcleos vitales de donde proceden los elementos para la elaboración de las células físicas y donde, en verdad, se establecen los pódromos de la salud”.
Nota: Recomendamos a todos aquellos que desean saber más sobre las propiedades físicas, químicas y fotoquímicas del agua, la lectura de la excelente obra "Medicina Vibracional: Una Medicina para el Futuro" del Dr. Richard Gerber, traducido al portugués por la Editora Cultrix, Sao Paulo, Brasil.
Tomado del Jornal Espírita, agosto de 1998.
Traducción del portugués: Oscar Cervantes Velásquez