AMELIE GABRIELLE BOUDET, LA AMIGA, LA SOCIA, LA ESPOSA. CRONOLOGÍA DE UNA RELACIÓN.

Ponencia presentada en el X Congreso Espiritista Colombiano, realizado en Santafé de Bogotá, el 8, 9 y 10 de abril de 2004

Cuando hablamos de Espiritismo inmediatamente se nos viene a la mente la figura del maestro lionés Allan Kardec, a no dudarlo representante en la Tierra, por antonomasia, de la Doctrina que los Espíritus en cabeza del Maestro Jesús, hicieron llegar a los hombres como su Consolador Prometido. Pero es muy poco lo que se ha escrito para reconocer el apoyo irrestricto que le brindo su esposa Amelia Gabriela Boudet, cuando decide tomar las riendas de la naciente doctrina y acompañarlo en todo momento, aún en las dificultades, para que así pudiera cumplir fielmente el mandato divino al cual se sometió al regresar a la Tierra. Por medio de este trabajo queremos resaltar su labor, apoyo y sobretodo, su decidida colaboración en la ardua tarea de su esposo, pues ella se tornó en su secretaria, secundándolo en los nuevos trabajos que le ocupaban todo el tiempo, estimulándolo e incentivándolo en el cumplimiento de su misión. He aquí pues, lo que hemos llamado “Cronología de una Relación”.

 

1795 - Nació en Thiais, comuna del departamento parisiense de Val-de Marme (parte SE del antiguo departamento del Sena) a los 2 del frimario del año IV, según el calendario republicano francés entonces vigente en Francia y que corresponde al 23 de noviembre de 1795. Hija única de Julien-LouisBoudet, propietario y antiguo notario, hombre por tanto de bien y de Julie-Louise Seigneat de Lacombe, recibió en la pila bautismal el nombre de Amelie Gabriele Boudet. Demostró desde muy temprana edad gran vivacidad y fuerte interés por el estudio, dándole muchas alegrías a sus padres, que, a la par de una fina educación moral, le proporcionaron muchos dotes intelectuales. Después de cursar la escuela primaria, se estableció con su familia en París, ingresando a una escuela normal donde se diplomó como profesora de 1ª clase. Era de baja estatura, ojos pardos y serenos, gentil, graciosa y vivaz en los gestos y las palabras, aliaba a todos estos predicados una sonrisa tierna y bondadosa. Fue una valerosa mujer, que enfrentó al lado de su esposo y sin miedo las tempestades de la crítica, de las campañas difamatorias y de las calumnias, con el coraje inaudito de los fuertes.


Gaby, como Kardec la llamaba en su intimidad, era una mujer delicada pero extremadamente fuerte. Profesora de artes y excelente miniaturista, poseía una buena cultura general y fue el apoyo para Kardec en las grandes luchas enfrentadas contra el poder de las ciencias y del clero católico y protestante. Acompañaba a su esposo en sus viajes para visitar los grupos Espíritas que se formaban en las ciudades de Francia y del extranjero. Tanto así que, León Denis, aún muy joven, guardó en su memoria un cuadro bucólico de la visita de Kardec y Gaby en Tours, el cariñoso gesto de Allan Kardec subiendo en una silla para cortar un racimo de uva y ofrecérselo gentilmente a su esposa. Pero el valor y denuedo de esta mujer se mostró por entero después de la desencarnación de Allan Kardec, cuando fundó la Sociedad para la Preservación y Continuidad de las Obras de Kardec. Gracias a esto, la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas y la Revista Espírita continuaron existiendo.

 

1825 – Publicación por parte de Amelia Gabriela Boudet de la obra Cuentos Primaverales.

 

1826 – Publica la obra Nociones de Dibujo.

 

1826 – Fundación del Instituto Rivail, establecimiento técnico en el cual se enseña física, química, conocimientos generales de anatomía y fisiología y otras materias. El instituto se inauguró gracias al apoyo económico de un tío y el apoyo magisterial de una distinguida señorita de nombre Amelia Gabriela Boudet, Demás está en decir que esta colaboradora de Rivail prestó un eficiente servicio en la buena marcha del Instituto y habiéndose formado una honda compenetración y comprensión anímica entre ella y el fundador del Instituto, posteriormente sería su esposa.


1828 – Publica la obra Lo Esencial en Bellas Artes.

 

1832 – Se casa con León Hipolito Denizard Rivail (Allan Kardec), a quien desde la fundación del Instituto Rivail le venía colaborando en el desenvolvimiento de dicho instituto. La señorita Boudet se caracterizaba por ser una gentil pedagoga, egresada de la Escuela Normal de París como profesora de 1ª Clase y llegó a ser profesora de Letras y Bellas Artes. El acta matrimonial se firmó el día 6 de febrero de 1832. Así, de esta manera providencial, la señorita Boudet, vino a ser para el joven pedagogo Rivail un acicate, un estímulo y una compañía excepcional en las labores que les eran comunes.

 

1834 – A pesar de todas las previsiones, el Instituto merced a causas financieras, estaba destinado a desaparecer, pues las rentas provenientes de un tío adinerado fallaron, por haberse entregado éste al juego en lujosos lugares de diversión, como Aix-La Chapelle o Aquisgran (Alemanía) y Spa (Bélgica). La pérdida arrastró los ahorros de Rivail y los aportes monetarios de su esposa. Salvaron sólo 45.000 francos para cada socio y por consejo de su esposa, se confió ese dinero a un comerciante, amigo íntimo de la familia, quien para mala suerte de todos, al poco tiempo entró en quiebra.

 

1835 a 1840 – Sobrepuestos al duro revés económico, mientras durante el día Allan Kardec se dedicaba a atender la contabilidad de casas comerciales, su esposa colaboraba de alguna forma en la preparación de los cursos gratuitos que habían organizado en su residencia y que funcionaron durante este tiempo.

 

1843 a 1848 – Colaboró en los cursos públicos de matemáticas y astronomía que bi-semanalmente su esposo dictó y a los cuales no sólo asistían alumnos, sino también profesores.


1850 – Kardec fundó y dirigió el Liceo Polimático, el cual funcionó hasta este año y como es de suponer no faltó el auxilio eficiente y constante de su dedicada consorte.

 

1858 - Lanzado “El Libro de los Espíritus”, meses después, el 1o. de enero de 1858, con el apoyo solamente de su esposa, salió a la luz el primer número de la “Revista Espirita”, periódico que alcanzó más de un siglo de existencia, beneficiando en gran medida al Espiritismo. Además, con una vasta correspondencia epistolar, proveniente de Francia y de otros países, si no fuese por la ayuda de su esposa, sin duda no habría tenido tiempo Allan Kardec para dedicarse a la preparación de los libros de la Codificación y de su revista.

 

1865 – Allan Kardec no se olvido de todo lo que hizo su esposa por él y lo registró en la Revista Espírita de 1865 (página 164); al hablar de sus sacrificios en pro del Espiritismo dijo: “mi mujer adhirió completamente a mis intentos y me secundó en mi laboriosa tarea, como hace aún, a través de un trabajo muy por encima de sus fuerzas, sacrificando, sin pesar, los placeres y las distracciones del mundo a los cuales por su posición familiar estaba habituada”.

 

1869 – A finales de marzo, el Codificador se quejaba de su salud. En los últimos días de este mes, él sintió más pronunciadamente dolores en la región precordial. Como la gran ilusión del Maestro era la inauguración de la Librería, él, todo compungido le dijo a su esposa:


- Gaby, yo no me siento bien, tengo mucho dolor en el pecho, mas la inauguración de la Librería está prevista para el día 1° de abril. Faltan cinco días para arreglar una inauguración que esté en consonancia con la importancia del acto, en lo que sea posible... Y yo no me siento bien, más el 1° de abril yo tengo que inaugurar la Librería...

 

Ella entonces le contestó:

 

- Si usted está con ese dolor tan fuerte, podemos dejar esa inauguración para la otra semana, de aquí a unos quince días.

 

- Nosotros tendremos en esa inauguración, -dijo él ya reconocido Misionero-, más de cincuenta compañeros que vienen del interior de Francia y de Bélgica. Sintiendo dolor o sin él, yo no los puedo abandonar, yo tengo que ir...

 

- Más yo, como su esposa, no pienso que eso deba ser así.

 

- Del mismo modo, yo no puedo dejar de tomar en cuenta el dinero que los hermanos gastarán para venir aquí.

 

- A pesar de eso, yo aconsejaría a usted aplazar la fecha de la inauguración.

 

- Usted me aconseja aplazar la inauguración, más, si yo estuviera peor en el día 1° de abril o que incluso hubiera desencarnado, ¿qué es lo que usted haría por mi si estuviera incapacitado para ir hasta el local de la Librería, ya que la inauguración está prevista para las 10 de la mañana...? No podemos hacer que los otros esperen, esto es también caridad...

 

- Ya que su decisión es tan firme, en el caso del acto inaugural y dado el caso que usted empeore...

 

- ¿Y en el caso de que yo empeore?

 

- De igual manera, si usted empeora o desencarna, yo iré en su lugar...

 

El día 31 de marzo, el Maestro desencarnó a consecuencia de un aneurisma. Fue una muerte repentina. Los amigos comenzaron a visitar la casa tan pronto se conoció la noticia... Entonces alguien aventuró la hipótesis:

 

- ¿Quiere decir, entonces, que debemos aplazar la inauguración?

 

- No, mi esposo y yo conversamos sobre esto. Él está en la urna. Mañana es el primer día del velorio, pero a las diez de la mañana yo estaré allá cumpliendo lo que a él le prometí en vida. En nombre de la Doctrina que es el Espiritismo yo lo sustituiré...

 

En la mañana siguiente, día 1° de abril, a las ocho de la mañana, doña Gaby despidióse de su esposo y habló con él diciéndole que iría a cumplir su tarea. Pidió le disculpase por ausentarse de la casa y se fue para el local... Demoró unas dos horas y después de entrevistas y conferencias, regresó al lado del cuerpo de su marido.

 

Doña Gaby era nueve años mayor que su marido que acababa de morir de sesenta y cinco. Ella también estaba enferma, muy delgada, tenía padecimientos de jaqueca y fue a cumplir con el acto inaugural... Ella demostró así que es posible, incluso delante de la muerte, cumplir con el deber de caridad...

 

El señor E. Muller, durante su funeral habló en nombre de la viuda y de sus amigos:

 

- “Hablo en nombre de su viuda, -dijo-, de aquella que fue su compañera fiel y feliz durante treinta y siete años de una dicha sin nubes y sin mixturas, de aquella que compartió sus creencias y sus trabajos como de sus vicisitudes y alegrías, de aquella que sólo se enorgullece de la pureza de las costumbres, de la honestidad absoluta y del desinterés sublime de su esposo. Él es quien nos da a todos el ejemplo del valor, de la tolerancia, del perdón de las injurias y del deber cumplido escrupulosamente”.

 

Casi inmediatamente después de la muerte de Kardec se llevó a cabo en el seno de la Sociedad Espírita de París, la constitución de la nueva directiva para el periodo 1869 – 1870 y la cual quedó integrada por el señor Malet como Presidente y, el resto, por los señores Levant, Canaguier, Ravan, Desliñes, Delanne y Tailleur.

 

En la misma oportunidad y con ocasión de la toma de posesión de la nueva directiva, la viuda, ejemplo de serenidad y resignación cristiana, única propietaria legal y, por lo tanto, en su condición de heredera universal, decidió por devoción a la Doctrina y atendiendo a las posibilidades y según las necesidades del momento, donar anualmente a la Caja General del Espiritismo el excedente de las ganancias provenientes de la venta de las obras Espíritas y de las suscripciones de la Revista e igualmente, de las operaciones de la Librería Espírita.

Estableció ella como condición expresa, que nadie a título de la Comisión Central o de todo carácter, tenga el derecho de inmiscuirse en este negocio comercial y que los recibimientos, sean los que fueren, sean aceptados sin observación alguna, dado que ella pretende administrar todo personalmente y, en consecuencia, se ocupará de determinar la reimpresión de las obras, las publicaciones nuevas, regular a su criterio los emolumentos a sus empleados, realizar los alquileres o gastos futuros que se presenten y, en una palabra, atender a todos los gastos generales; en segundo lugar, dispone que la Revista esté abierta a la publicación de los artículos que la Comisión Central juzgue útiles a la causa del Espiritismo, pero con la condición expresa de ser previamente sancionados por la propietaria y la Comisión de Redacción de la Revista y los mismo sería con todas las publicaciones, cualesquiera que fuesen; y, en tercer lugar, la Caja General del Espiritismo era confiada a un Tesorero, encargado de la gerencia de los fondos bajo la supervisión de la Comisión Central. Hasta que sea el caso de usarlos, esos fondos serán empleados en la adquisición de propiedades inmobiliarias para enfrentar todas las eventualidades. Anualmente, el Tesorero hará una detallada presentación de cuentas de la situación de la Caja, la cual será publicada en la Revista.

 

En la sesión del día 6 de abril, la Sociedad Espírita de París fue informada de la resolución tomada por la viuda el Maestro y ella fue objeto de felicitaciones unánimes y se consideró como un ejemplo de desinterés y de fidelidad a la Doctrina en la cual todos estaban empeñados.

 

Al no dejar herederos directos, pues no tuvieron hijos, Allan Kardec por testamento le dejó como su legataria universal la “Sociedad para la Continuación de las Obras de Allan Kardec”. Sin embargo, una parienta suya, ya entrada en edad y los hijos de esta, intentaron anular esas disposiciones testamentarias, alegando que ella no estaba en su sano juicio, pero no consiguieron nada, pues las pruebas en contra fueron contundentes.

 

1875 – Aparición en la Revista Espírita de una fotografía de la viuda de Kardec con el Espíritu de su marido al lado, quien sostiene en sus manos un mensaje. Este ha podido ser leído por parte de los autores Zéus Wantuill y Francisco Thiesen, quienes con el auxilio de poderosos lentes, mucha paciencia y repetidas tentativas, lograron hacer su lectura. He aquí el contenido de dicho mensaje: “Querida esposa: Proteged a nuestro médium Buguet. Falsos espiritistas lo molestan en este momento. El sólo es verdadero y especialmente hará que se desenvuelva nuestra Doctrina. Leymaire debe ayudarlo. Estoy con todos vosotros. Valor y adiós. 14 de noviembre de 1874. Allan Kardec”.

 

Poco tiempo después, el 16 de junio de 1875, se incoaría una acusación por parte del Ministerio Público contra Edouard Buguet, médium, el fotógrafo Firman y el señor P. G. Leymarte, responsable de la Revista, por el hecho de haber sido inculpado de la realización de fraudes con las referidas fotografías.

 

La viuda de Allan Kardec tuvo que presentar testimonio como testigo en la causa. Allí fue tratada con todo desprecio sin que la honorabilidad que dan los años fuese respetada. El interrogatorio a que fue sometida fue de la más baja estofa. El juez Mollet preguntó:

 

- “¿En que época el señor Rivaill adoptó el nombre de Allan Kardec?

 

- Por los años cincuenta.

 

- ¿Dónde buscó ese nombre? ¿En un manual de brujería?

 

- No se que es lo que el señor pretende decir.

 

- Nosotros conocemos los orígenes de los libros de su marido. El se valió sobre todo de un manual de brujería de 1522, de uno intitulado “Alberti”... y de otros.

 

- Todos los libros de mi marido fueron escritos por él con la ayuda de los médiums y evocaciones. No conozco ninguno de los libros a que el señor se refiere.

 

- Nosotros los conocemos. El nombre de Allan Kardec que su marido adoptó es el nombre de una gran floresta de Bretaña. La señora erigió a su esposo un túmulo en el Peré-Lachaise y en el colocó el nombre de Allan Kardec, ¿está convencida de que él fue tal?

 

- Yo creo que no debe mofarse de eso. No es agradable ver reír de tales cosas.

 

- Nosotros no estimamos a las personas que se apropian de nombres que no le pertenecen, escritores que pillan de obras antiguas, que se burlan del espíritu público.

 

- Todos los literatos usan pseudónimos. Mi marido nada robó.

 

- Fue un compilador, no un literato. Un hombre que hizo magia negra o blanca... ¡Quédese sentada!”.

 

Este interrogatorio tan soez y tan bajo dio lugar a que la honorable viuda escribiera un protesto con el propósito de ser incluido en las actas del proceso sobre el injusto y desconsiderado interrogatorio a que fue sometida. “Declaro que el señor Presidente de la Séptima Cámara Correccional, -dice el documento-, no me dejó libre para bien desenvolver mi pensamiento, pues en mi interrogatorio introdujo reflexiones extrañas al debate y quiso ridiculizar al señor Rivail, conocido como Allan Kardec, haciendo de él un simple compilador y negando su título de escritor. Protesto enérgicamente contra esta manera de interrogar y solicito ser oída nuevamente, porque es costumbre en Francia respetar a las señoras sobre todo cuando tienen cabellos blancos. No debía interrumpirme y mandarme a sentar, después de haberse divertido con lo que considero inatacable, o sea, el derecho de hacer construir un túmulo para mi compañero de todas las pruebas de la vida, para el esposo entrañable y honrado por hombres del más alto valor”.

 

1883 – Desencarna, a las 5 de la mañana del 21 de enero, dulcemente, con una rara lucidez y con aquella graciosa y amable sonrisa que siempre brillo en sus labios, desatándose de los lazos que la unían a la materia. Contaba con 87 años de edad y cuentan quienes la conocieron que aún leía sin necesitar de lentes y escribía correctamente y con letra firme. Conforme su voluntad, el entierro fue simple y espiritualmente realizado, saliendo el féretro de su residencia ubicada en la Avenida Segur, No. 39 hacia la Pere-Lachaise, a 12 kilómetros de allí.

 

Una gran multitud de personas, comparecieron el 23 de enero a las exequias junto al Dolmen de Kardec, en el cual los despojos de la extinta fueron inhumados y donde todos los años, hasta su desencarnación, ella comparecía a las solemnidades del 31 de marzo, fecha en la que falleció su esposo.

 

Durante el sepelio tomaron la palabra los señores P.G. Leymarie, en nombre de todos los Espíritas y de la “Sociedad para la Continuación de las Obras Espíritas de Allan Kardec”, Charles Fauvety, ilustre escritor y presidente de la “Sociedad Científica de Estudios Psicológicos”, así como representantes de otras instituciones y amigos, como Gabriel Delanne, Cot, Carrier, J. Camille Chaigneau, poeta e escritor, Lecoq, Georges Cochet, Louis Vignon, quien dedicó delicados versos a la querida extinta, el Dr. Josset y la distinguida escritora, la Sra. Sofia Rosen-Dufaure, todos haciendo sobresalir los méritos de aquella digna sucesora de Kardec. Para finalizar, con una oración hecha por el Sr. Warroquier, los presentes se dispersaron en silencio.

 

La nota más hermosa de aquel homenaje póstumo fue dado por el Sr. Lecoq. Leyó él, para alegría de todos, una bella comunicación mediumnica de Antonio de Pádua, recibida el 22 de enero, en la cual ese iluminado Espíritu describía la brillante recepción con que elevados Amigos del Espacio, juntamente con Allan Kardec, acogieron a aquel ser bienaventurado.

 

En su improvisación, el Sr. P.G. Leymarie recordó, en forma muy breve, apartes de la vida de la finada, de su nobleza de alma, afirmando, entre otras cosas, que la publicación tanto de "El Libro de los Espíritus", como de la "Revista Espirita", se debió en gran parte a la firmeza de ánimo, y a la insistencia, y perseverancia de Madame Amelia Gabriela Boudet.

 

El 26 de enero de 1883, el médium parisiense Sr. E. Cordurié recibía espontáneamente un mensaje del Espíritu de Madame Amelia Gabriela Boudet, y después otro, de la autoría de su esposo. Sinceras en la forma, bellas en los conceptos, tenían aún un soplo de inmortalidad y comprobaban que la vida continúa....

 

Sin duda, los Espíritas le debemos mucho a Amelia Gabriela Boudet y estamos de acuerdo con lo que acertadamente escribió Samuel Smiles: “Los supremos actos de la mujer, generalmente permanecen ignorados; no salen a luz de la admiración del mundo, porque son hechos en la vida privada, lejos de los ojos del público, por el único amor al bien".

 

El nombre de Madame Amelia Gabriela Boudet se proyecta así, con mucha justicia, entre las innumerables mujeres que la historia a registrado como dedicadas y fieles colaboradoras de sus esposos, sin las cuales tal vez ellos no llevasen a buen término sus misiones. Tales fueron, por ejemplo, las valerosas esposas de Lavoisier, de Buckland, de Flaxman, de Huber, de Sir William Hamilton, de Stuart Mill, de Faraday, de Tom Hood, de Sir Napier, de Pestalozzi, de Lutero, y de tantos otros hombres de genio. A todas estas Grandes Mujeres, además de aquellas olvidadas por la Historia, la Humanidad tiene una deuda eterna!

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. "Allan Kardec o la Dimensión Moral de un Hombre y su Doctrina". Daniel Guerra Iñiguez. Caracas 1993.
  2. Madame Rivail. Revista Correo Fraterno. Abril de 2002. Página 9.
  3. Amelia Boudet, una gran mujer. Amilcar Del Chiaro Filho. Página Web Portal do Espirito.
  4. Amelia Gabriele Boudet. Biografías. Portal de Espirito.
  5. Biografía de Allan Kardec. El Libro de los Espíritus. Editora Espírita Española. 1981.

 

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