Análisis sobre los Espiritistas

En un diálogo establecido por el espíritu Manuel Philomeno de Miranda y Dilermando, en el libro “Sexo y Obsesión”, se generan una serie de reflexiones acerca de los militantes del Movimiento Espírita y sus actitudes:

 

… Pienso de manera segura - me informó el amigo – que innumerables Espíritas actuales son muchos de los cristianos de ayer que se enmarañaron en los troncos del desequilibrio y de la malversación de los valores morales. Convidados al cristianismo través de los tiempos, se dejaron consumir por las perplejidades y desórdenes emocionales, resultantes de los instintos y del estado de primitivismo en que aún se encontraban.

 

Asumieron compromisos con el Mensaje de Jesús y en vez de utilizarlo para dignificar a las criaturas, lo tomaron como mecanismos de auto-promoción y de victoria sobre los otros, creando situaciones muy embarazosas para sí mismos. Muchos buscaron los monasterios, conventos y el sacerdocio para mejor servir y atormentados, establecieron criterios infelices y leyes arbitrarias para usurpar el poder temporal, que dejaron cuando el cuerpo sucumbió. Asumieron Parroquias y Órdenes, Instituciones y Entidades en las cuales se consideraban inalcanzables, pero la muerte no los eximió, arrebatándolos, ilusionados y enfermos, para posteriormente despertaron el mundo espiritual en estado lamentable… Por exceso de amor de Jesús, volvieron al cuerpo, con la oportunidad de reencontrar el Mensaje que defraudaron, ahora renovador y lógico, a fin de recuperarse de los gravámenes y servir con abnegación, consiguiendo la paz que habían despreciado.

 

“Aún equivocados, viviendo el rezumar de las memorias del pasado, tras el deslumbramiento inicial con la lección Espírita que buscaron asimilar, vienen intentando repetir los mismos descalabros del pretérito, encarcelándolo en fórmulas y en métodos personales, a fin de mantenerse por encima de los demás o tornarse intolerantes, exigentes, críticos contumaces unos con los otros, convirtiendo, las Sociedades Espíritas que dirigen, en verdaderos y arbitrarios dueños de las instituciones, que pretenden sobreponer a las demás, como ocurrió en las antiguas Parroquias donde se comprometieron…

 

“Inevitablemente, aquellos que fueron sus víctimas y que no los perdonaron, los inspiran a la repetición de la insensatez, intentan apartarnos del culto del deber y cuando son abnegados, insistiendo en el buen proceder y en la liberación con fidelidad de los compromisos, los atacan, los persiguen, procuran obsesarlos, generando un clima insostenible a su alrededor”.

 

Se aquietó un poco, volvió a pasar la mirada por la sala donde ya se encontraban algunos invitados del hermano Anacleto y prosiguió:

 

“No me cabe hacer un juzgamiento peyorativo o despreciativo, sino un análisis alrededor de lo que yo vengo observando en determinados entornos del Movimiento Espírita, cuando algunos amigos que deberían pautar la conducta por medio de la cordura y la bondad, por la devoción y la fraternidad, se apartan de esas directrices para convertirse en verdaderos déspotas con relación a aquellos que exigen que se les sometan u opinan con énfasis de dueños de la verdad, exigiendo siempre derechos y licencias que niegan a los demás. Son intolerantes en exceso, acusadores despiadados, maledicientes contumaces y viven siempre atormentados por el mal humor, en ese estado emocional, no obstante, divulgando la Doctrina de la felicidad y de la alegría de vivir. Es paradójico que se comporten así”.

“Por lo tanto, no es de extrañar que estén siempre asesorados espiritualmente por Entidades vulgares – puesto que se niegan al confort de la oración, que consideran un elemento dispensable – perversas unas y vengadoras otras, con las cuales sintonizan – ya que no participan de las actividades Mediúmnicas, que consideran superadas y cuando lo hacen aún están buscando lo que denominan como hecho del laboratorio – tornándose títeres de sus maniobras infelices.

 

“Normalmente me compadezco de esos compañeros que permanecen equivocados, divulgando las noticias del Mundo espiritual en el que parecen no creer, ya que se comportan de manera inadecuada con relación a la inmortalidad del alma y de la justicia de las reencarnaciones. Es como si ignorasen que habrán de despertar con el patrimonio acumulado y las conquistas realizadas, sin poder portarse a la presencia de la conciencia que, para ese entonces ya despierta, presentará los hechos de manera vigorosa, exigiendo reparación, imposible en ese momento, abriendo espacio para la conciencia de culpa, suplicando el retorno a la Tierra inmediatamente, lo que ya no será tan fácil de conseguir… Invariablemente oro por esos amigos y compañeros, intentando, muchas veces, despertar los hacia la realidad que él Espiritismo les presenta e invitándolos a la renovación íntima, a la humildad, a la caridad, a la misericordia con relación a su prójimo. La desencarnación de esos hermanos es siempre dolorosa, porque, en muchas ocasiones, se dan cuenta de lo ocurrido y desearían cambiar y ya no hay más tiempo para conseguirlo.

 

“¿Qué te parece?”

 

Invitado directamente al asunto, no dude en concordar con el pensamiento del querido amigo, diciéndole:

 

No hace mucho, publicamos un libro abordando un tema equivalente, en torno de la desencarnación de algunos Espíritas que no estaban preparados para el retorno.

 

“El conocimiento del Espiritismo aumenta la responsabilidad del individuo, porque le da a los instrumentos hábiles para la transformación íntima para mejor, demostrándole la continuidad de la vida después de la muerte física y los resultados que surgen de la conducta mantenida antes de la desencarnación. De esa manera, la Doctrina tiene por meta liberar al ser humano de la ignorancia y del mal, abriendo espacios para la instalación del bien y del conocimiento que trae felicidad, al tiempo que impulsa a la acción dignificante, por medio de la cual es posible la paz con la propia conciencia. No basta saber, es imprescindible aplicar de manera útil el conocimiento que pueda auxiliar al progreso propio así como el de la sociedad.

 

Reflexioné un instante, terminando mis ideas y continué:

 

También pienso que la mayoría de nosotros, los Espíritas encarnados o desencarnados, transitamos tanto por la Iglesia de Roma como por aquellas que se originaron en la Reforma Luterana, en las cuales deberíamos realzar el mensaje de Jesús y actuamos de forma totalmente contraria. Valiéndonos de la expansión de la fe católica, así como de la protestante, para imponer nuestras pasiones personales y perseguir a aquellos que tenían el derecho y la libertad de pensar diferente, acusándolos de herejes o de adversarios de la fe, solamente para conseguir más poder, que el túmulo consumió. Un gran número de espíritus, por lo contrario, allí encontraron la oportunidad de crecimiento y de iluminación, dejando marcas sublimes en la Historia, viviendo incomparables lecciones de belleza, renunciamiento y amor, con lo que conquistaron a la Humanidad. Aquellos que cayeron en los delitos, fueron víctimas de sí mismos, de sus arbitrarias posturas y falacias que los enmarañaron en el despotismo y la locura que proyectaron para su futuro espiritual efectos dolorosos que hoy lloramos y sufrimos, a pesar de desear realmente servir y armonizar.

“Creo también, que los compañeros más empedernidos y exigentes, aún están engañados cuanto a la función del Espiritismo, que tiene por meta prioritaria iluminar a aquellos que adhieren a sus propuestas, antes de cuidar de salvar a los otros, son fracasados religiosos que se destacaron en la Curia o en la parroquia, en el templo de la fe que dirigían y retornan con la ilusión de que aún se encuentran dominando a las mismas. Solamente el tiempo, ese trabajador infatigable, los despertará bajo los golpes del sufrimiento purificador que a todos nos alcanza.

 

“Todos ellos nos merecen el mejor cariño y respeto, y por eso lamentamos el hecho de que no estén beneficiando realmente con la Doctrina Espírita, que es el Sol de la Nueva Era. Bienaventurado, por tanto, todo aquel que, tomando el arado no mira hacia atrás, conforme a la enseñanza del Maestro. Envolvamos a todos, en paz y confianza en Dios, aguardando el momento de despertar de cada uno, cual ocurrió con nosotros mismos, que ahora estamos conscientes de las responsabilidades que abrazamos en el lúcido aprovechamiento del tiempo que urge…”.

 

En el silencio, que se hizo de forma natural, comencé a repasar mentalmente la reciente experiencia terrestre, cuando militando en el Movimiento Espírita, pude evidenciar las observaciones presentadas por el querido Dilermando. Aquellos eran días heroicos, que denominó como los días de las catacumbas, cuando la adopción de la Doctrina constituía un verdadero desafío a las llamadas reglas de la sociedad, debiéndose pagar un alto precio de renunciamiento, de silencio, de abnegación… Aún en aquellos días ya distantes, que éramos un número reducido, en vez de una legítima unión predominaba entre nosotros la cizaña destructora y peligrosa, las sospechas y acusaciones infundadas, exigiendo serenidad y amor con relación a los hermanos indígena antes. Ese gravamen que el ser humano paga por el honor de abrazar ideales de ennoblecimiento y de dignificación espiritual.

 

Si, hoy cambiaron los tiempos, bajo un aspecto, ya no se está sufriendo la pública discriminación y la persecución os perciba, cuando se abraza el Espiritismo, no obstante, prosiguen los mismos desafíos y se torna indispensable la contribución del testimonio, de la fidelidad, por parte de aquellos que, tocados por el Espíritu del Cristo y fascinados por el mensaje Espírita, adoptan la fe racional y pura que los conmueve y arrebata. Durante mucho tiempo, aún serán necesarios los ejemplos de coraje y de abnegación en todos los segmentos sociales y áreas del pensamiento, por parte de los héroes y de los idealistas, para que los mensajes nobles se implanten en los corazones humanos y transformen a la sociedad que necesita de una directriz y de seguridad para alcanzar el objetivo de la armonía y del equilibrio, de la justicia y de la paz.

 

Libro “Sexo y Obsesión”, dictado por el espíritu Manuel Philomeno de Miranda, psicografiado por Divaldo Pereira Franco. Capítulo 24 página 302 a 308. Editorial LEAL. 2006.

 

 

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