Fiel a su condición estatutaria de integrante de la “escuela” rustenista y concordando con el opúsculo Los
Cuatro Evangelios de J.-B. Roustaing — Respuesta a sus Críticos y a sus Adversarios (1883), la Federación Espírita Brasileña osó contrariar al Codificador en este punto de La Génesis: cap.
XV, n. 66. Registró en una nota al pie de la traducción de G. Ribeiro la siguiente afirmación, puestos aún al público en las nuevas ediciones:
(1) Nota del editor: Ante las comunicaciones y fenómenos surgidos
después de la partida de Kardec, se concluye que no hubo realmente un simulacro, como igualmente no hubo simulacro de Jesús, después de su muerte, al pronunciar las palabras registradas por Lucas
(24:39): - Soy yo mismo, palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que
yo tengo”.
Los enemigos de Kardec siempre insisten en que después de su muerte algo
revolucionario apareció en términos de fenómenos y comunicaciones mediúmnicas. Sin embargo, para cualquier estudioso de la Codificación Kardeciana y, sobretodo, del vasto acervo reunido en los
tomos de la Revista Espírita, esto no es una verdad absoluta.
La F. E. B. no dudo en utilizar su equipo editorial para desafiar el pensamiento
de Kardec, y sucesivas directivas han dado su aval a este propósito, pues, como ya dije, la desavenencia ha sido reeditada. El texto consignado en Lucas 24:39 no ha de ser fiel. En nada se parece
a los demás relatos de la resurrección de Jesús. Aun así, la F. E. B. lo resalta para reprender a Kardec. Se trata de la antilógica rustenista de que las Escrituras serían infalibles. Bajo esta
premisa, los adeptos de Roustaing rechazaron también, aun en el siglo XIX, la tesis de los espíritas para explicar la desaparición del cuerpo físico de Jesús en el sepulcro:
El cuerpo de Jesús era un cuerpo terrenal igual a los nuestros y,
como tal, producido con la participación de los dos sexos; los ángeles o espíritus superiores, tornándolo invisible, podían sustraerlo y lo sustraerían del sepulcro en el momento preciso en que,
rotos los sellos que le habían colocado, la piedra que lo cerraba fuera retirada hacia un lado. (1)
Sin embargo, el hecho es que esta hipótesis proviene del ítem No. 67
del capítulo XV de La Génesis. Kardec, hablo allí de fenómenos de transporte y de invisibilidad. Y cuando en 1869 recomienda la lectura de su libro para contra argumentar la tesis del
cuerpo fluídico de Jesús, dice claramente en su Catálogo Razonado de Obras Susceptibles de Servir para Crear una Biblioteca Espírita: “Sobre esa teoría ved La Génesis según el
Espiritismo, capítulo XV, No. 64 a 68” (2). Por lo tanto, Kardec menciona en el capítulo XV de su obra, la existencia de los números 64 a 68. ¿Por qué la casi totalidad de las
traducciones registra solo los números 64 a 67? Curiosamente, la nueva edición febiana de La Génesis, (3) firmada por el mismo traductor del Catálogo anteriormente
citado, solo incluyó los números 64 a 67.
En 1884, en la Revista Espiritismo, de Gabriel Delanne, el
biógrafo Henri Sausse ya había lanzado cuestionamientos sobre la no coincidencia de dos ediciones que había cotejado de La Génesis. Leymarie dice que el hecho verificado por Sausse se
había basado en una edición anterior a la definitiva. (4) Lo incontestable, del ejemplo aquí tomado, es que el verdadero No. 67 fue retirado y el No. 68, renumerado. Por eso, no creo tampoco en la
explicación del antiguo secretario de Kardec, A. Desliens, (5) quien atribuyó al propio maestro lionés, quince años después de su muerte, esas alteraciones quirúrgicas en
La Génesis.
Como quiera que haya sido, esto demuestra que, si no fue G. Ribeiro el mentor de tales
modificaciones, seguramente otro lo hizo antes que él. Consta que la 4ª edición de La Génesis tuvo problemas en su distribución por la muerte repentina de Kardec el 31 de marzo, quedando
a cargo de la Librería Espírita y de Ciencias Psicológicas. Esta edición, revisada, corregida y ampliada por el autor, es la que contiene el texto definitivo. Impresa en las oficinas gráficas de
Rouge Fréres y Cia., fue entregada en abril de 1869. Según F. Barrera, “unos meses más tarde sale a la venta, bajo la responsabilidad de M. A. Desliens, director de la Revista Espírita”, de común
acuerdo con “M. Bittard, gerente de la librería, y M. Tailleur”. (6)
Desliens, en 1885, estaba presionado seguramente, no solo por H. Sausse (1884), sino también, por
la ambivalencia de los sinsabores causados por el cisma rustenista, declarado abiertamente en
1883, en la obra Los Cuatro Evangelios de J. B. Roustaing – Respuesta a sus Críticos y a sus Adversarios, y que albergaba los insultos más hirientes y criticas desleales al fundador de
la filosofía espírita, a quien Roustaing nunca se dirigió sino por escrito.
El mismo Desliens confiesa al final de su texto que, quiere
“eliminar de la familia espírita una causa de desunión”. (7) Solo que no nos explica porque las alteraciones identificadas en La Génesis tienen tanto en común con el rustenismo. En relación con
el ejemplo aquí tomado, Kardec no podría eliminar justamente la explicación que se propuso sobre la desaparición del cuerpo de Jesús en la tumba, porque el maestro lo menciona como parte
integrante de su obra, al recomendar la lectura contra argumentativa de los números 64 a 68 del capítulo XV de La Génesis. F. Barrera, en el resumen referente a este libro kardeciano,
registra sin equivoco: “Desaparición del cuerpo de Jesús, 64 - 68”. (8)
En cuanto a la nueva edición febiana de esta obra (10 mil ejemplares, 02/2009), por Evandro Noleto Bezerra, cuyo
nombre estampa la primera carátula, simplemente no se sabe qué edición francesa le sirvió de base. Nada se dice al respecto. Tampoco registra, insisto, el verdadero No. 67 del capítulo XV de La
Génesis, en el que solo siguió el modelo de G. Ribeiro. Sin embargo, esto no es de admirar, pues E. Bezerra considera los trabajos de este último “irreprensibles”, como dice en la introducción de
su Revista Espírita, ¿Por qué entonces los corrigió en esto y no en aquello? ¿Cuál de los dos es más irreprensible?
La edición conmemorativa de los 150 años de El Libro de los Espíritus, de hecho, en su índice general,
consigue relacionar la palabra “colonia”, inexistente en la obra; sin embargo, remite al lector a los No. 234 a 236, que no hablan en absoluto de esto y si de mundos sin vida física, sirviendo de
habitación transitoria a los espíritus errantes. Se intenta forzar la confirmación de la existencia, incierta para muchos, de las “colonias espirituales”, como en “Nuestro Hogar”, por
ejemplo.
El espíritu de San Luis se refiere a algo que encuentra un análogo en las “colonias espirituales”.
Se refirió a los “mundos intermedios”, que no se confunden con los “transitorios” arriba comentados, porque son, según el presidente espiritual de la S.P.E.E., “viveros de la vida eterna”, de
donde los espíritus vienen a la Tierra para progresar. Por cierto, el traductor febiano E. N. Bezerra prefirió registrar “centros de formación”, aunque “pepinieres” signifique literalmente
“viveros”. (9)
El mismo esfuerzo en vano se verifica en la expresión “centros de fuerza”, colocada como referencia a la pregunta
No. 140 de El Libro de los Espíritus, donde Kardec solo se refiere el fluido vital distribuido entre los órganos físicos, y con más abundancia en los que forman los “centros o sede de
los movimientos” (centres ou foyers du mouvement). ¿Dónde está la expresión “de fuerzas”? ¡Ahora! André Luiz, por dudosa analogía a los chacras hindúes, habla de “centros de fuerza” en el
periespíritu, pero esto no corresponde en absoluto al asunto en cuestión.
En la Revista Espírita de marzo de 1868, Instrucciones de los Espíritus, la consoladora exhortación que un
Espíritu pone en los labios espirituales de Jesús fue alterada de “¡Bienaventurados los que conocen mi nuevo nombre!” hacia “¡Bienaventurados los que conocen mi nombre de nuevo!”. Siempre abogue
la tesis que ese “nuevo nombre” de Jesús es “El Espíritu de Verdad”. ¿Habrá ocurrido en la traducción febiana algún error material? El hecho es que “mon nouveau nom” nunca será “mi nombre de
nuevo”.
Traductor, traidor. Ya era un antiguo dicho latino.
Entonces, he aquí abajo, el verdadero No. 67 del capítulo XV de La Génesis, desde siempre ausente de las
ediciones de la F.E.B. y de las demás que, en vez de traducciones de los originales franceses, más parecen haber ofertado al rentable mercado meras versiones de las publicaciones febianas,
excepción hecha a esta honrosa cita:
67. ¿A qué se redujo el cuerpo carnal? Este es un problema cuya solución no se puede deducir, hasta
nueva orden, excepto por hipótesis, ante la falta de elementos suficientes para afirmar una convicción. Esta solución, por otra parte, es de importancia secundaria y no añade nada a los méritos
de Cristo, ni a los hechos que demuestran, de manera perentoria, su superioridad y su misión divina. No puede pues, haber más que opiniones personales sobre la manera como se realizó la
desaparición, opiniones que solo tendrían valor si fuesen sancionadas por una lógica rigurosa y por la enseñanza general de los espíritus; ahora, hasta la presente, ninguna de las que fueron
formuladas recibió la sanción de ese doble control. Si los espíritus aún no resolvieron la cuestión por la unanimidad de sus enseñanzas, es porque aún no ha llegado el momento de hacerlo, o
porque aún faltan conocimientos con la ayuda de los cuales se podrá resolver personalmente. Entretanto, si la hipótesis de un robo clandestino fuera apartada, se podría encontrar por analogía,
una explicación probable en la teoría del doble fenómeno del transporte y de la invisibilidad (El Libro de los Médiums, cap. IV y V) (10).
Este número de La Génesis consta igualmente en su primera edición, como puede ser verificado en la
fotocopia del original, disponible en Internet (11).
Sin embargo, nada de esto exonera a Guillon Ribeiro, por cuanto se atrevió, en función del rustenismo, sus
propias alteraciones a la obra de Kardec.
1. Registró en La Génesis, I, 56,
que las enseñanzas espíritas completan las vagas nociones que se tenían del alma”, pues, como rustenista, era bibliolatra y le parecía errada e injusta la expresión original de Kardec, que no
tenía los mismos reparos, pues a la final las nociones dadas por Jesús sobre el alma fueron vagas, pues no podían ser de otra manera. El hecho es que “complètent les notions vagues qu'IL avait données de l'âme” jamás podrá ser traducido de forma indeterminada.
[“EL”, y no “SE”]
2. Llamó a Jesús “Señor” y
“Salvador” por el mismo motivo deducido arriba, distorsionando la postura kardeciana en los textos de La Génesis XV, 61; en XVII, 37, y en el No. 671 de El Libro de los Espíritus. Yo no confiaría
tanto en un traductor que registra “voyaient JÉSUS et le touchaient” como “veían al Señor y lo tocaban”… “le sens de SES paroles” como “el sentido de las palabras del Señor”… o “SA doctrine” como
“la doctrina del Salvador”…
[“Jesús” y no “Señor”; “sus palabras”, y no “las palabras del Señor”; “su doctrina”, y no “la doctrina del
Salvador”].
3. Añadió la inexistente palabra
“moral” a la expresión “perfección absoluta”, en el ítem VI de la Introducción de El Libro de los Espíritus, por cuanto el rustenismo asegura que solo la perfección moral absoluta puede
ser alcanzada, no ocurriendo lo mismo, según él, con la perfección intelectual. G. Ribeiro quiso, por lo tanto, corregir a Kardec. La nueva traducción de Evandro Bezerra acertó en eso, a
pesar de decir, en la Introducción de La Revista Espírita, que el trabajo de Gillon es impecable.
[la perfection absolue: “la perfección absoluta”, y no “la perfección moral absoluta”].
4. Informó que el arcángel comenzó
“por ser átomo”, y no “por el átomo”, en el No. 540 de El Libro de los Espíritus, para acomodar el texto a la noción monista sustancial de la caída angélica, de P. Ubaldi, del cual G.
Ribeiro fue traductor y adepto entusiasta. ¡Ahora! Si digo que el arcángel comenzó por el átomo, soy dualista. El arcángel, principio inteligente, es espíritu, y el átomo es materia. Si digo que
el arcángel comenzó por ser átomo, soy monista sustancialista, y creo que el arcángel, el principio inteligente, se solidificó en el momento de la caída, y pasó a ser el mismo átomo, de esta
manera, la materia no sería más que el espíritu solidificado por la caída. Algunos ubaldistas modernos ya citan esa traducción tendenciosa de Guillon para fundamentar el ubaldismo y sus tesis
como compatibles con el Espiritismo. Por otra parte, ¿por qué traducir "par l'atome" como "por ser átomo”?
[“comenzó por el átomo”, y no “comenzó por ser átomo”].
5. En El Evangelio según el
Espiritismo, XX, 5, la información “tocáis el tiempo” se tornó en “se aproxima el tiempo” porque el rustenismo defiende el “final del ciclo” por catástrofes que anuncian la vuelta de Cristo.
Como nada de eso ha ocurrido, Ribeiro quiso corregir ahora al Espíritu de Verdad. “Vous touchez au temps” jamás podrá ser traducido por “se aproxima el tiempo”.
[“alcanzaste, o llegaste al tiempo”, y no “se aproxima el tiempo”].
Pero no hablemos solo de los libros con el sello de la “Casa Mater”. También hubo modificaciones en
la traducción adoptada por el I.D.E. para un texto de La Revista Espírita de abril de 1869, en el cual Kardec, en verdad dice que, “el alma humana, emanación divina, trae en si el germen
o principio del bien [...]” (12). Sin embargo, el señor Salvador Gentile se
arrogó la condición de más docto en materia de Espiritismo que el Codificador de la Doctrina y le añadió al original tres palabras, transformando la sabia instrucción del Maestro en esta
aberración filosófica: “El alma humana, emanación divina, lleva en ella el germen o principio del bien y del mal [...]”. (Las cursivas son mías).
E ahí el francés: “L'âme humaine, émanation divine, porte en elle le germe ou principe du bien qui est son but final”. Ante el
pensamiento completo de Kardec, no hay dudas: “El alma humana, emanación divina, trae en sí el germen o principio del bien, que es su objetivo final”. ¿Cómo podría el mal ser objetivo del
alma, siendo que esta proviene de Dios?
De todo esto, resta el aparente buen estado de los originales franceses que se encuentran
disponibles en medios de acceso digital tanto en Internet como fuera de él y, ojala, la F.E.B y el I.D.E. contribuyeran en ello. Pero estaremos atentos, pues esos “originales” no constituyen
imágenes de las ediciones francesas y si digitalizaciones, lo que puede dar lugar a error material o hasta manipulación” (13).
1. Los Cuatro Evangelios. Prefacio. F.E.B., 1920,
p. 66.
2. El Espiritismo en su más simple expresión y otros
opúsculos de Kardec. F.E.B., Evandro Noleto Bezerra.
3.10 mil ejemplares, 02/2009.
4. Cf. BARRERA, F. Resumen Analítico de las Obras de
Allan Kardec. São Paulo: U.S.E./Madras, 2003, p. 81.
5. Revista Espírita, 1885, 15 de marzo, n.º 6, ano
28.º, pp. 169-171.
6. Cf. Resumen Analítico de las Obras de Allan
Kardec. São Paulo: U.S.E./Madras, 2003, p. 80.
7. Revista Espírita, 1885, 15 de marzo, n.º 6, ano
28.º, p. 171.
8. Resumen Analítico de las Obras de Allan Kardec.
São Paulo: U.S.E./Madras, 2003, p. 92.
10. Rio de Janeiro, Léon Denis - Gráfica e Editora, 2.ª
ed., marzo de 2008, 1.ª tiraje, del 1.º al 3.º millar. Del original Frances: LA GENÈSE.
Les Miracles et Les Prédictions Selon Le Spiritisme. Quatrième Édition, 1868.
12. EDICEL. Vol. XII. p. 102-103. Trad.: Júlio Abreu
Filho.
13. Mis agradecimientos, aquí formalmente consignados, a
los buenos amigos Caio Cardinot, Lair Amaro Faria, Rodrigo Luz, Tiago de Lima Castro, Luciano Ferreira y Sílvia R. O. por sus valiosas contribuciones al cuerpo de informes de este
capítulo.
Fonte: O Primado de Kardec -
http://oprimadodekardec.blogspot.com/2011/02/capitulo-9-tradutor-traidor.html
Traducción al español: Oscar R. Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta – Colombia
Julio 4 de 2014